Hace un poco más de un año, al caminar por las calles del centro, ya liberadas de vendedores ambulantes, necesario y bueno sí poco estético de nuestra ciudad, ingrese a la librería del Fondo de Cultura Económica, el que se ubica en la calle de Eje Central y Venustiano Carranza, buscando nada en particular, pero boquiabierto por la novedad del libro intitulado "Sol, piedra y sombras, veinte cuentistas mexicanos de la primera mitad del siglo XX" y con lo que me gustan los cuentos, pues estaba más que entusiasmado, pues que tomo dicho libro y me dije a mi mismo, que de esta noche no pasa esta rica lectura, ya me veía con un delicioso café, y con la frescura de la noche en casa leyendo este recorrido de cuentistas, pero sucedió que camino a la caja vi a lo lejos un libro gris con tonos naranaja fluorescente, PUNKS DE BOUTIQUE, de un tal Camille de Toledo, ¿Que? (con admiración), que blasfemia es esa, ahora hasta los punks son atacados, cautivado por la curiosidad, lo tomé y ese sí, en una noche lo leí, y no dejo de pensar en él. Punks de Boutique es una obra que nos lleva de la risa a la reflexión, que nos recuerda la caída del muro de Berlín y quizá el suicidio de la ideología, la caída de la URSS y los experimentos económicos de E.E.U.U. en la nueva nación, la vorágine del capitalismo actual, que convierte a los hombres en estructuras mecanizadas que solo trabajan, para consumir el fin de semana, para deber lo que no se ha producido, donde la izquierda es la derecha en un baile de disfraces, un mundo donde Dios se olvido de su creación pero queremos creer que sigue aquí.
En ese momento estudiaba la posibilidad de una seguridad social que protegiera a todo ciudadano, a toda persona, pero Camille de Toledo hizo que frenara repentinamente, cual auto en periférico frente al cambio de carril de un microbus. Buscar el modelo de seguridad social, que beneficie a toda la población, es sin lugar a dudas un proyecto ambicioso, pero, lo que no me había preguntado es sí los millones de mexicanos que poblamos esta tierra les interese ello, pues implica esfuerzo, ¿cuanto pagaría usted por su seguridad social?, ¿cuando quiere usted retirarse? ¿mi país quiere esto?
La lógica más simple me dice que la respuesta es positiva, claro, todos queremos una pensión. Pero la realidad me marca otra respuesta, ¿Como ahorrar cuando el salario mínimo es insuficiente para una manutención individual y digna? que se finge otorgar un salario, una educación, un respeto a la ley, como desmentir esto, cuando en las primarias los maestros tienen que buscar otros empleos y descuidan a sus pupilos, si no es que están en huelga todo el año escolar y en vacaciones retoman las clases, o como cuando esta el rojo en el semáforo y quien lo respeta es un tonto y quien se lo pasa es listo, o cuando creemos que la leyes son una orientación, y que son maneables como el cobre, como un papalote, por ya sabemos que cuando llegue el momento siempre habrá la forma de corromper y quien reciba la corrupción. A lo mejor es el momento de pensar que la corrupción es nuestra forma, nuestro estilo de vida, y sí nos convertimos en casuísticos, así cuando nos detenga el policía de tránsito, ahí, in situ, sin mas burocracia, arreglemos nuestra infracción, ya es hora de decir las cosas por su nombre, y basta de desgarrarnos las vestiduras, las recetas extranjeras no funcionan en nuestra realidad.
Por que no atreverse a vernos para dentro, y conocernos como somos, por que no revisar a Octavio Paz con su Laberinto de la Soledad, o a Roger Bartra con su Anatomía del mexicano, por que no aventarnos y tomar esa libertad que tanto presumimos en nuestros cursos de constitucional, hacernos responsables de nuestra libertad, y convertirnos en ciudadanos en serio, pero no como una categoría que nos otorga el Estado (como lo dice Ferajolli) si no como un punto donde el ciudadano consiente es responsable de su libertad, y es participativo en la política, en la economía, ¡en todo caramba!, es solidario, y borrar aquel dicho de: "primero yo, luego yo, luego otra vez yo" que tanto daño nos ha hecho y en nada ayuda.
Cuando abandonemos nuestras malas costumbres, nuestra apatía, para entonces quizá sí funcione nuestras leyes, nuestras instituciones, para convivir mejor tenemos que conocernos, que cambiar, para crecer tenemos que poner dirección, para vivir mejor tenemos que hacernos humanos y abandonar al consumidor que llevamos dentro. ¿Utopía?
¿Como lograrlo? No hay recetas secretas, son conocidas o al menos intuidas, no se trata de otra revolución o revuelta como se vio en 1910, y pocos se queden en el poder, que dicen saber como gobernar, sacudamos nuestra maldición de 100 años de soledad, y saltemos de esa pista ovalada, basta de maquiavelos, de nacionalismos, necesitamos humanistas, énfasis en educación, repartición de la riqueza, con dirección económica sustentable.
Pero hay pocos, a quienes le conviene tener a mas de 100 millones de mexicanos separados, disgustados, enemistados, diferentes, apáticos, pero eso sí, todos con nuestro santo, "México siempre fiel", frases que nos hacen daño; ya nos los dijeron en los 80's: "México es el país de la abundancia", hay que administrarla, y es cierto, pocos administran la riqueza de este país para sí mismos; ya es el momento de abandonar la "política ficción", la educación ficción, la sociedad ficción, ya no traicionemos más a nuestra libertad (parafraseando a Isaia Berlin).
PD. El libro de cuentos esta en mi biblioteca, como una promesa de lectura que en alguna distracción del tiempo aprovechararé para leer.
sábado, 17 de octubre de 2009
Suscribirse a:
Entradas (Atom)